El propio título pretende jugar con lo que son las post-imágenes y la post-fotografía. Las primeras son aquello que nos queda impreso en la retina cuando compensamos el color visto en nuestra realidad por el color complementario en nuestra mente. La segunda es aquella surgida después de lo que se comprendía como fotografía tradicional. La fotografía en la era virtual, del retoque, de la tecnología imperante y de la sobre producción. Cielo amarillo, y no azul, es una alegoría a ver en nuestra mente lo complementario de las imágenes, jugar con ellas cada uno de nosotros. Lo que no se ve, lo que no es aparente, también es. La guerra invisible está. Debemos convivir constantemente con la certeza de lo invisible, reconocer la invisibilidad para reivindicar, para ver las brechas que permiten generar nuevos regímenes sensibles; esto es, nuevas políticas. (Jacques Rancière)

Cielo Amarillo da la posibilidad de generar relatos nuevos. Con las mismas imágenes presentadas a diversas personas se pretende dar paso a la posibilidad de que cada individuo exprese su pequeña porción de mundo. Un mundo sujetoque abandona las interpretaciones y se encaminar a una sensación. Dar libertad real a que un significado no sea único y universal. Cada imagen nos penetra y nos hace sentir algo distinto a cada uno. Incluso cada imagen en momentos distintos puede trasladar a uno mismo a lugares distintos.

Este proyecto efímero proyectó en bucle 24 imágenes, cada vez con un subtítulo distinto. Cada subtítulo era el sentir de alguien. Cada espectador del momento también generaba su propio relato escogiendo qué queria ver qué no y en el orden que le pareciera. Las imágenes que salían del proyector atravesaban a las personas, circulaban por la sala generando relaciones nuevas.